Los cambios en el Gabinete y las tácticas del Gobierno demuestran el paso a la fase del pragmatismo. La reactivación que no llega, la Ley Bases que se acerca.
A casi seis meses de gestión, el tubo de ensayo libertario en manos de Javier Milei cambió las dosis para que el laboratorio no termine volando por los aires. Entendió el Presidente, en un interesante giro al pragmatismo que ya se tornó palpable, que una cosa es el discurso de campaña y otra administrar un Estado. No alcanza para esto último con las diatribas contra la casta.
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El discurso anti-política que seduce a la sociedad y que le permite retener niveles aceptables de imagen en medio de un ajuste sin precedentes, también tiene sus límites. La política y los políticos (la casta) fueron incluidos en la alquimia de La Libertad Avanza (LLA). Se apoya el Gobierno en su funcionario con más rodaje en distintas administraciones, de pelaje variopinto. Guillermo Francos surgió como la carta para salvar las relaciones con gobernadores, diputados, senadores, que amenazaban con bloquear la gestión. El nuevo jefe de Gabinete parece, tras meses de paciencia, tener ahora el poder para sostener con hechos y billetera las promesas que lleva a las distintas mesas.
La contraparte de la mezcla es la moderación de Javier Milei, desaparecido de la turbulencia criolla que resquebrajó el gabinete para concentrarse en su viaje a Silicon Valley, entre nubes, selfies, inteligencia artificial y foros amigos. Ahorró tuits, esta vez, que podrían haber empeorado las cosas.
El vértigo de la gestión libertaria impide, por momentos, sacar conclusiones (algo nuevo siempre está ocurriendo: conflictos diplomáticos, despidos, falta de gas, alimentos no entregados, más despidos). Pero una de ellas es evidente: la idea de buscar en la casta una rueda de auxilio. Hecho que trae, claro, problemas de castas.
Pagos, organigramas y teléfonos
Francos no hará leña del árbol caído. El árbol tiene nombre y apellido: Nicolás Posse. Por caso, ayer se mostró con su antecesor en el cargo en la Embajada de Italia. Una muestra de que, como en los reivindicados tiempos menemistas, se puede pagar bien a los funcionarios a quienes se les abre la puerta y se los acusa de ciertos fracasos. Una diferencia con el peronismo K, que daba en esos casos un pasaje a Siberia.
La intención ahora, es descentralizar la gestión. Ocurre que en la motosierra inicial cayeron ministerios y todo organismo que quedaba en el limbo era asignado a la Jefatura de Gabinete. Posse absorbió más funciones de las que podía, en muchos casos sin intención de desprenderse de ellas. Ahora, el equipo de Francos puntea organismos para ir pasando a la cartera donde mejor calcen.
Entre las áreas que se despedirían de esa órbita está la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que volvería a depender directamente de Presidencia, mientras se analiza la subdivisión y los tiempos para designar a Sergio Neiffert, quien asoma como reemplazante del desplazado Silvestre Sívori. El supuesto espionaje interno de Posse a la mesa chica de Milei es otro de los problemas de castas, que no se resuelven con la escuela austríaca.
El dictamen de la Ley Bases y del paquete fiscal le dio musculatura al jefe de Gabinete. Aunque persisten en el Ejecutivo los tirones con Victoria Villarruel, que se arroga el triunfo de haber desactivado en plan de Unión por la Patria. No obstante, en la foto fue Francos el que llegó en taxi al Congreso cuando el proyecto se encaminaba a un pantano sin tiempos. Negoció mano a mano con los díscolos, dio concesiones. Hizo política.
La estrategia de UP era que el santacruceño José María Carambia, con terminal directa en el gobernador Claudio Vidal, siguiera con el tanteo del dictamen propio, al igual que el radical Martín Lousteau. Pero con la suba de las regalías mineras, y otras promesas, dio vuelta el tablero. “Nos sorprendió, no lo esperábamos”, decía una senadora peronista, respecto a la pericia que mostró el Gobierno. Ahora, en el oficialismo esperan más cambios en el recinto, aunque ninguno tan trascendental como para que el proyecto se frene en el Senado. Por primera vez, Milei se entusiasma con tener su ley, más corta y menos ambiciosa, pero ley al fin. Lo esencial parece blindado. Las picardías, afuera.
El Ministerio del Interior desapareció del organigrama, si bien resta el decreto que formalice los cambios, en el que también se agregará la nueva cartera de modernización a cargo de Federico Sturzenegger, el funcionario que irá por su segunda revancha. No obstante, Francos sigue en diálogo con los gobernadores y analiza pedidos que llegan de todas las regiones. El principal, la transferencia de obras a la esfera provincial, con repagos a definir. Los recursos constantes empezarán también a llegar, aunque menos de lo que quisieran los mandatarios. Fueron años de superávit en las provincias y déficit en Nación. Tiempos que no volverán.
Si bien en lo institucional la relación con los gobernadores recae en el secretario de Interior, el tucumano Lisandro Catalán, también levanta el teléfono a diario con llamadas de larga distancia otro de los secretarios del ministerio extinto: Daniel Scioli, conocedor de las castas (si los hay).
Ahora, los gobernadores ya no se dividen en ligas, sino en tres franjas: los opositores (el ala dura de UP), los dialoguistas (que apoyan sin peros) y los reformistas (provincialistas y JxC que reparten pulgares hacia arriba y hacia abajo).
Planes productivos y chivos expiatorios
“Es el pico de la V”, se excusan en Casa Rosada cuando se los consulta por los últimos sondeos; estudios de opinión realzan preocupaciones sociales sacadas de cajones que parecían olvidados: en especial, la desocupación. El desempleo crece en todo el país al ritmo de una recesión que tiene en algunos sectores niveles de actividad pandémicos.
Optimista el Gobierno en seguir sosteniendo la idea de la recuperación en V. Ni siquiera los más cercanos observan esa letra en las curvas de proyección. Se suman a diario indicadores que dan muestra del desplome. El último, el informe de patentamientos de 0KM que marcó una baja de 13,8% en mayo y de 22% en el acumulado, cifras similares a las de 2004, en el repunte postcrisis de la convertibilidad.
“No vemos el plan productivo”, dijo a este medio un gobernador del scrum de Juntos por el Cambio. Sin embargo, reconoció que a principios de año algunos de sus pares abonaban la tesis de que el Gobierno “no llegaba a los tres meses” y ahora “ese escenario no está en la cabeza de nadie”. “Hay un consenso, salvo en el peronismo extremo: no queremos que se destruya todo, vamos a colaborar para que el Gobierno pueda salir adelante”, agregó. Lo que no ven los mandatarios cambiemitas es qué planes tiene Milei para que crezca la economía, suponiendo que lograra acomodar variables como la fiscal y la inflación.
El otro punto a resolver, que reconocen incluso actores del Gobierno, es la de las fallas en la gestión. En el andamiaje institucional cotidiano. El escándalo de la entrega de alimentos a cargo del Ministerio de Capital Humano es una prueba letal, que tiene visos de falta de sensibilidad social de la cartera.
Mientras las internas de LLA pueden llevarse puesta a la ministra Sandra Pettovello, ésta apeló también a las maniobras clásicas de la casta: una denuncia interna para salvarse el pellejo y un chivo expiatorio, Pablo de la Torre, inmolado en una causa ajena. De todos modos, las contrataciones flojas de papeles vía un organismo externo, los posibles sobresueldos de funcionarios y el pie sobre la mercadería acumulada en galpones, están ahí.