El panperonismo analiza el ingreso a una etapa crítica en el segundo semestre en el plano económico, salvo que el blanqueo sea exitoso. Conversaciones privadas de todo el arco PJ para retomar representatividad.
Los distintos fragmentos del peronismo están comenzando a reagruparse como oposición en torno a un primer eje común: el diagnóstico acerca de la evolución de las variables económicas de la era de Javier Milei. Esas conversaciones son, por ahora, en ámbitos reservados, pero los contactos abarcan todo el espectro de quienes lideran las tribus que integran Unión por la Patria, que sigue haciendo fuerza para no quebrarse en internismo. Incluyen, pero no se limitan, a Cristina de Kirchner, a Sergio Massa, al gobernador bonaerense Axel Kicillof y a los gobernadores del PJ.
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Esas charlas no están destinadas a trascender, pero tiene como objetivo poner en común la proyección de que el Gobierno libertario ingresa –a partir de junio/julio- en una fase crítica de su modelo económico, donde el mercado ya se adelantó a leer que no habrá más acumulación de reservas de cara al segundo semestre. Esto explicaría el salto de los dólares financieros de los últimos días. En el fondo, los mercados piden ver para creer: “Show me the money”, diría Jerry Maguire.
Variables económicas en riesgo
Desde el campamento del Frente Renovador, los equipos técnicos no solo observan las caídas en todos los rubros de actividad económica medidas por INDEC, sino que visualizan frentes de tormenta en la finalización del BOPREAL como método para diferir importaciones (que deberán pagarse al 100% ahora); una más baja liquidación de cosecha, comparado, incluso, con el 2023 de sequía; el pago del primer tramo del SWAP, sin señales de rollover con China; cero anuncios de inversiones de peso; y con un FMI que no va a agregar una moneda a los DEGs, pese al sobrecumplimiento de la meta. Párrafo aparte, se observará el desenlace del mantenimiento de subsidios, tema prioritario para el Fondo.
Ese combo arroja como resultado que el BCRA enfila a una segunda parte del año donde no sumará reservas netas y empieza a correr riesgo de perder las que acumuló en el primero. Alguna señal de intervención en el mercado para contener CCL en la última rueda termina siendo un homenaje al Frente de Todos. Devaluación o un “dólar soja”, versión Luis Caputo, fueron descartados por sus propios protagonistas.
Un informe de los massistas vaticina que a mediados de junio –de no existir nuevos préstamos de bancos o multilaterales-, el BCRA empezaría con resultado negativo en el MULC. Salvo que llame “Pekerman”, léase que vuelvan a diferir importaciones, una posibilidad a mano. Con un puente hasta agosto cuando el agro deba vender sí o sí para financiar la nueva campaña, la brecha con los dólares libres podría escalar al 50%, según estas proyecciones.
Y a eso se suma el desvanecimiento de la expectativa social, apalancada en la esperanza de mejora de los primeros meses, pero sobre todo en la caída de ingresos reales equivalente en el primer semestre a la misma poda que el gobierno de Mauricio Macri hizo a lo largo de cuatro años. “Que Milei tenga 50% de imagen no es una buena noticia”, reflexionan en esas conversaciones. Para esta misma altura de mandato, Mauricio Macri y Alberto Fernández tenían por lo menos un 20% más. Condimento adicional será el eventual veto a la fórmula de actualización jubilatoria con la que la oposición (UP más UCR) recobró iniciativa parlamentaria con su consecuente costo político, superior al fiscal.
Algunos factores de ese análisis son exógenos: los conflictos diplomáticos innecesarios; una intrascendencia internacional por el desaire a tener un respaldo como integrante de los BRICS; y la única apuesta a un alineamiento incondicional con Estados Unidos, que una vez ingresado en su propio proceso electoral, deja a la Argentina en un lugar de irrelevancia. Un conflicto podría solucionarse. China espera que sea el propio Milei el que pida renovar el SWAP. No alcanzará con las buenas artes de Diana “son todos iguales” Mondino ni de Caputo.
El blanqueo es el «corazón» de la reforma
En ese esquema, cerca de Massa subrayan que el corazón del paquete de reformas que contiene la ley Bases no es el RIGI, como se presupone, sino es el blanqueo de capitales. Es la única llave con la que cuenta Milei para conseguir dólares reales que puedan torcer todo este panorama que se le avecina. Con dos alicientes para un eventual éxito: la entrada en vigencia del acuerdo de intercambio de información tributaria automático FATCA con los Estados Unidos y los cinco años de alícuota preferencial para congelar Bienes Personales, lo que garantizaría que no cambiarán las condiciones, tal como había ocurrido en el último implementado por Mauricio Macri y que resultó una trampa para blanqueadores. La “credibilidad” que tenga es el factor fundamental para la percepción de riesgo.
Por eso, es independiente de cómo termine saliendo Bases y la alquimia legislativa para una aprobación final. No debería sorprender que haya un componente PJ que apruebe en general o en particular, distintos tramos que satisfagan necesidades fiscales de las provincias. Voto cruzado no debería sorprender ni tensionar al panperonismo. El RIGI también tiene sus pliegues: existen algunas objeciones constitucionales a su articulado en todo lo referido a la prórroga de jurisdicción, pero también un foco de conflicto en el aumento de regalías que trastoca el régimen de minería, por el que las empresas podrían patalear y que, incluso, enfrenta a gobernadores con sus legisladores.
¿Puede el Gobierno en las concesiones que está haciendo desencadenar otros reclamos similares? Si Eduardo Kueider obtiene para Entre Ríos una tarifa eléctrica apalancada en el régimen especial que le permite ingresar al sistema lo que produce Salto Grande, ¿Qué impediría al bloque patagónico reclamar lo mismo por el volumen de producción de sus hidroeléctricas? Había quedado flotando en el aire la promesa de Massa en campaña de restituir la Tarifa Comahue, que se remonta a 1967 cuando se construyó El Chocón- Cerros Colorados.
Quién liderará el peronismo
La discusión de liderazgos en el panperonismo para una etapa superadora tras la derrota electoral todavía está verde. La primera misión que han encarado es tratar de cohesionar a ese sector para evitar una fragmentación mayor que se traduzca en múltiples bloques. Las conversaciones subterráneas existen pero no evitan el ruido de gestualidades públicas que los sumergen en el internismo. Hay una instrucción para aplacarlas mientras se suturan heridas.
En todos los campamentos PJ y afines parece haber coincidencia en que se debe renovar el capital simbólico de cara a la sociedad, pero se difiere en el cómo. En las charlas privadas no hay reproches con personalismos, pero sí un llamado de autocrítica a las condiciones que llevaron a la sociedad a romper con el sistema político a partir de una frustrante experiencia de una década –como mínimo- de malas gestiones, de las que el peronismo tuvo mayor porcentaje.
Hacen la cuenta de que en la trinchera de enfrente –el PRO- está tan o más cascoteado en su estrategia porque, además, debe evitar la dilución de electorado con Milei que está ocurriendo todos los días. Sin garantía de éxito, el peronismo sabe que se enfrenta a la disyuntiva de encarar una reconstrucción que retome la representación de su sujeto histórico o quedar jibarizado a un fenómeno bonaerense con un salpicado de gobernaciones y un rol de partenaire en el Congreso.
Un liderazgo “que sirva”, algo que, por supuesto, no tiene nombres propios, todavía. En todo ese esquema, los planteos no parecen girar hacia los axiomas históricos del segundo kirchnerismo, sino se asemejan más a los debates que dejaron a Milei en la Casa Rosada. El segundo plano de esas discusiones privadas se verá cuando emerjan de cara al público. El riesgo, como siempre, es naufragar en internas a cielo abierto.