Como consecuencia de la derrota política que fue el naufragio de la ley ómnibus en el Congreso, se debate por estas una nueva conformación del gabinete de Milei.
El retorno al punto de partida que significó para el Gobierno el rechazo de la ley ómnibus no sólo es una metáfora que aplica al trámite parlamentario. La derrota legislativa vino acompañada de una batalla en el plano político donde Javier Milei entró en conflicto directo con los gobernadores de todos los signos partidarios, que arrastra además a legisladores y funcionarios. En ese esquema, la vuelta atrás lleva a los febriles días postbalotaje y preasunción del Presidente, cuando en el Hotel Libertador se desplegaba un tablero donde lentamente, con marchas y contramarchas, se definía el gabinete.
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“Todavía no hay novedades, cuando vuelva el Presidente habrá definiciones”, expresaron esta mañana desde el Gobierno a este medio, ante la consulta de los avances de un acuerdo con el PRO. Mauricio Macri, quien jugó fuerte al menos desde las redes sociales (terreno donde Milei se siente seguro), retoma las negociaciones de aquellos días de despedida de Alberto Fernández y se propone como un garante de la gobernabilidad. En el Congreso, donde se acelera la conformación de un joint venture que daría a la Casa Rosada un scrum de 80 diputados, la alianza se dio en los hechos, y el PRO fue el único espacio que aportó avales unificados al megaproyecto caído en desgracia.
Alianza PRO-LLA: el Gobierno busca ampliar apoyo político
El desembarco macrista en el Ejecutivo es de nuevo una posibilidad, pero nada está firme. En primer lugar, en el sello amarillo cunde el pánico de asociarse a un naufragio si el Gobierno no endereza la nave. Pero en el Gobierno, donde hay optimismo de una mejoría económica tras el ajuste en ciernes, tampoco quieren regalarle esa eventual victoria al PRO. Máxime cuando el choque frontal con la oposición y la decisión de acelerar el recorte fueron hechos protagonizados por Milei. “Algo hay que ceder”, dijeron, no obstante, desde la Casa Rosada.
Milei y Macri buscan sellar la alianza tras el apoyo en las elecciones 2023.
Por esa integración, como menciona este medio pulsean Santiago Caputo y Karina Milei, y en lo inmediato están vacantes las sillas clave en Anses y en Minería, de las que fueron eyectados Osvaldo Giordano y Flavia Royón, funcionarios que respondían a los gobernadores de Córdoba Martín Llaryora y de Salta Gustavo Sáenz, dos de los apuntados por Milei como “traidores”. El recambio en el gabinete era una herramienta de la que disponía el gobierno en el arranque libertario por el posible desgaste social, pero no tan pronto. Hoy, son lugares calientes que nadie se desespera por tomar.
Por otro lado, el PRO debe definir el mes próximo sus nuevas autoridades, y pese a un operativo clamor para que Mauricio Macri retome la conducción del partido, con cartas de apoyo rubricadas por dirigentes de (casi) todas las provincias, quedan dos resistencias internas: Horacio Rodríguez Larreta, quien reapareció en los últimos días y juega al misterio, y Patricia Bullrich, ya parte del Gobierno y con recelos con su exjefe por haberse desmarcado en tiempos no tan lejanos de su arribo a Seguridad. Es decir, el PRO no es un espacio exento de tirones que camina sin fisuras hacia donde señala el expresidente. Larreta, por caso, cuestionó fuerte a Milei por su negativa a buscar consensos.
El partido tiene dos gobernadores: Ignacio Torres (Chubut) y Rogelio Frigerio (Entre Ríos). Ambos quedaron en sus oficios más cerca de la liga de gobernadores de Juntos por el Cambio en sintonía con sus pares radicales que en la dinámica que requiere el PRO. Inclusive, se desentendieron de las elecciones internas, y la miran desde lejos. Buscan tender puentes, pero sobre todo, la propia gobernabilidad en sus distritos. En este marco, ambos mandatarios locales ven necesaria una ampliación del espacio.