No es Página12, es La Nación el medio que relata el paso bochornoso de Javier Milei por el Foro de Davos: «estupor y sorpresa en la audiencia».
Javier Milei disertó por primera vez este miércoles (17/01) en el Foro de Davos y dejó mucha tela por cortar. Más allá de las críticas que recibió el Presidente de parte de la política argentina -también de economistas y comunicadores-, resultó llamativo el relato que el diario La Nación (¡no es Página12 o C5N!) realizó del paso del mandatario: «estupor y sorpresa en la audiencia«.
La nota firmada por la corresponsal Luisa Corradini destaca que para algunos de los asistentes el discurso del presidente argentino «fue un delirio absoluto”.
Además, en la nota remarca que «la mitad de las banquetas quedaron vacías» cuando fue el turno de Javier Milei.
Pero eso no fue todo. Luego, en la señal La Nación+, el periodista Diego Cabot no escatimó críticas hacia el Presidente por su discurso en Davos.
«Mal, no me gustó su discurso, fue tremendamente remanido, de otra época de Milei… debería evolucionar hacia otro tipo de palabras, medir bien quién es el auditorio porque el discurso tiene que ir en base al auditorio. Milei tenía el auditorio más importante del planeta, el más calificado, y la verdad que escucharlo hablar, dándoles lecciones de lo que es el capitalismo y el socialismo a gente que ha hecho las cosas bien como para estar ahí, daba un poco de pena de una oportunidad perdida«, comenzó cuando le preguntaron cómo lo había visto.
«No me gustó para nada», continuó. «Mantuvo el mismo discurso de política interna y lo que lo le pedimos a los presidentes, o lo que deberían hacer, es ser más estadistas (…) ¿Cuál es el mensaje que va a mirar el mundo?», añadió.
«Una oportunidad perdida, una pena que no lo hayan asesorado mejor, quizás no se deja asesorar, no sé cómo es el Presidente. Pero es el auditorio más calificado del mundo, andá y dejales un mensaje claro de que la Argentina va rumbo a allá, que quiere hacer tal cosa, por qué tienen que mirar a la Argentina, y no hagamos un discurso histórico, me parece a mí…no me parecen palabras apropiadas para el lugar en el que estaba«, completó el periodista en LN+.
«No me pareció la mejor herramienta de seducción al mundo», dijo Cabot. «En Davos está gran parte del PBI del mundo representado, es una pena que en un auditorio tan calificado no pueda tener un discurso que se corra un poco del Milei que conocimos en los programas de TV de Argentina», finalizó.
Cabe destacar que, tal como informó Diario Calchaquí , el diario El País de España también fue muy duro con el discurso de Milei: «el presidente argentino abroncó a todos los líderes del mundo, y especialmente a los organismos internacionales».
«Fue recibido con entusiasmo en el corazón del capitalismo, el foro de Davos, como un gran defensor del mercado, palabra sagrada para los ejecutivos que llenaban a reventar la sala principal, algo muy poco habitual cuando habla un político, pero rápidamente las caras empezaron a cambiar en la sala en cuanto Javier Milei empezó a hablar, y solo hubo aplausos tímidos al final, mucho de ellos desconcertados. El presidente argentino abroncó a todos los líderes del mundo, y especialmente a los organismos internacionales«, relato el diario español.
Milei en Davos: La nota publicada en La Nación
DAVOS (Enviada especial) – Estupor y sorpresa. Esas palabras pueden calificar la reacción de los asistentes a la conferencia que dio el presidente Javier Milei en el Foro Económico de Davos esta tarde, sobre todo cuando listó lo que, a su juicio, son los enemigos de la libertad.
“Todos. No hay diferencias sustantivas. Socialistas, conservadores, comunistas, fascistas, nazis, social-demócratas, centristas. Son todos iguales. Los enemigos son todos aquellos donde el Estado se adueña de los medios de producción”, dijo, dejando con la boca abierta a la audiencia. Una audiencia que, contrariamente a lo esperado, no llenó el gran auditorio del Foro, donde la mitad de las banquetas quedaron vacías.
“¡Bizarro. Con él no se salva nadie!”, dijo a La Nación con flema inglesa un empresario británico antes de eclipsarse.
“Es un delirio absoluto”, acotó su vecino de fila, un periodista alemán que no conseguía creer lo que acaba de escuchar.
Otros dos puntos causaron asombro: la afirmación de que el sojuzgamiento de la mujer es un invento de los enemigos de la libertad, así como el peligro que representa la defensa del medioambiente.
“Quiero creer que Milei vive en un mundo que no es el nuestro. Por eso llega a conclusiones tan extremas”, opinó otro asistente húngaro, para quien la libertad defendida por el presidente argentino es “una cosa excelente”. “Yo nací y crecí en un régimen comunista y solo puedo aplaudir lo que dice”, afirmó.
Milei se veía nervioso. No parecía cómodo ante esa audiencia tan diferente al público que lo sigue. Es verdad, si bien no en la cantidad esperada, africanos, europeos, asiáticos… el mundo presente en el reducido perímetro de Davos se había dado cita para conocer su concepto de “libertad” y “de desregulación a ultranza”.
Mientras el Presidente se dedicaba a ese ejercicio, a medida que desarrollaba sus conceptos más radicales, se oían algunas risas. ¿De sorpresa, de incredulidad, de fascinación? Imposible decir. Lo seguro es que parte de su discurso, sobre todo el que dedicó a trazar la historia de la economía mundial y los éxitos incomparables del capitalismo empresario, no consiguieron transmitir el encanto de esa fabulosa capacidad de comunicador que tiene el nuevo presidente.
“Me hubiera encantado que viniera con la motosierra”, bromeó otro periodista francés, después de opinar que, después de esta intervención, serán poquísimos los dirigentes políticos que quieran sacarse una foto con él, mientras que los empresarios comenzarán a mirarlo cada vez con más interés.
Su final, en todo caso, dedicado especialmente a ellos, tuvo el efecto de un electroshock: “Empresarios no se dejen amedrentar por la casta política. Son ustedes los héroes. Que nadie les diga que su misión es inmoral. No cedan al avance del Estado. No es la solución. El Estado es la causa. ¡Y viva la libertad, carajo!”.
“Too much. Too much for me” (”Demasiado. Demasiado para mí”), dijo a La Nación otro de los asistentes, menando la cabeza de un lado para el otro.
Por Luisa Corradini